Erase una vez, un tabernero llamado pepe, su taberna era muy conocida por satisfacer las necesidades del cliente, siempre podías encontrar lo que buscaban. Los clientes se sentaban y hablaban, incluso criticaban sus pintxos, su forma de tirar las cañas. Y él que solo estaba al otro lado de la barra escuchaba, reflexionaba y ofrecía aquello que sus clientes demandaban. La taberna de Pepe, era famosa y más famosa se hacía, todos querían comer sus deliciosas tapas, y beber su rica y fresca cerveza.
Pero pronto esa alegría cambio, el gobierno introdujo la ley del tabaco, y sus consumidores poco a poco se fueron marchando. El pobre Pepe, no entendía que había pasado. El seguía haciendo lo mismo, era amable, sus tapas deliciosas y su cerveza rica y fresca, pero la gente ya no entraba a su bar. Tanto vario su situación que tuvo que cerrar el bar.
Tiempo más tarde le llegaron rumores, de que su taberna olía mal, que sus sillas eran incomodas y que no tenía maquina de apuestas. Ya no era la mejor taberna. Su reputación no era la misma. Él no escuchaba a los clientes, porque ellos ya no hablaban en la barra lo hacían la calle mientras fumaban. Él ya no escuchaba, no sabía cuál era el problema.
Y es que hoy día no vale con tener el mejor producto y ser amable, hay que estar donde está el cliente. Y si esta en internet tendrás que estar en internet. Y si está en la calle sal a la calle. No dejes que tu reputación se vea afectada por no saber escuchar.